La pelicula de Trueba y Alegre ponen al público ante el verdadero Fernán Gómez

El deslumbramiento de dos cineastas ante la manera de contar las cosas de Fernando Fernán Gómez, fue el motor de La silla de Fernando, la película que hoy llega a los cines de Zaragoza, dirigida por David Trueba y Luis Alegre. Estaban seguros, al plantearse el filme, de que eran capaces de multiplicar y dejar fijada para todo el mundo una experiencia que ellos habían tenido en el entorno cercano del veterano actor: "Ese tono, esa ironía, ese humor, esa relajación...", tan diferente de la imagen pública que daba el personaje: "directo y brusco, hosco e inasequible".
Trueba y Alegre son conscientes de haber logrado crear la atmósfera en la que Fernán Gómez se sintiera relajado "para poder extraer eso". Ese era su mérito como cineastas. Y sacar de él "su heterodoxia, su manera subversiva de mirar las cosas", tan entroncada en la mejor tradición de España (Quevedo, Valle, Goya...). Y, desde "una cabeza tan libre, nunca apoyada en los lugares comunes" recoger desde tan cerca " lo imprevisible, sorprendente, desconcertante y divertido" de una persona que además, por ser actor "narra muy bien, dosifica la pausa, la ironía", en secuencias que son "irrepetibles".
Señalaba ayer Luis Alegre: "Imagínate que, por un prodigio, apareciera hablando durante hora y media Voltaire; de las cosas de la vida. No un documental sobre Voltaire, sino él explicando esa forma de ver el mundo, sus debilidades, sus gustos, sus experiencias, a su aire... O Goya".
También los codirectores han volcado su heterodoxia en la selección, encadenamiento, acompañamiento, pautado y montaje de una película que "no es sobre Fernán Gómez", sino desde él mismo, y desde "ese arte inigualable" que tiene contando no su vida, sino las cosas de la vida.
Uno de los secretos del logro reside en que "hemos hecho esta película al margen del sistema. nadie nos presionaba, porque no hemos pedido dinero a nadie, lo que daba una libertad absoluta a nuestro trabajo".
Esa frescura atraviesa el filme y crea una sinergia con el personaje, de modo que al final se sale del cine con la sensación de haber estado hora y media hablando con Fernando Fernán Gómez.