Las mejores Criticas de Cine

El cine y las peliculas. Este Blog pretende dar su punto de vista sobre cine, hay muchas peliculas para ver pero queremos ayudar a elegir las mejores. Buscando iluminar ese oscuro panorama que nos toca vivir, aún sabiendo lo dificil que es. Al igual que la Luna nos ilumina en la noche

El Efecto Mariposa


Ya que mucha gente no estará de acuerdo conmigo pero para mi, esta es una gran película. Y además, lo digo sinceramente. Una gran película. Lo es por muchos motivos. El primero y más importante por lo que te hace sentir. A esta alturas todos sabemos lo que es el “efecto mariposa”, bien en su vertiente atmosférica (el aleteo de una mariposa en New York puede producir un huracán en Tokio, de done viene el nombre de “mariposa”, en su “teoría del caos” (o como un pequeño cambio puede desencadenar un desorden infinito) o en la relativa al espacio-tiempo, que pasa si hacemos un pequeño cambio en el pasado, pues que el futuro cambiara en un efecto en cadena de consecuencias imprevisibles.

En esta película se siente los efectos de esta teoría como en ninguna otra que lo haya intentado. Este es el principal logro de la cinta. Hacerte sentir que cada decisión que toma en la vida, cada acción que realizas, cada gesto, palabra,… puede marcar el futuro. El decir una cosa u otra en un instante de tu vida puede significar desde morir en un instante preciso, a llevar una vida afortunada, o vivir un autentico infierno, pasando de un extremo a otro cono una facilidad terrorífica. En una situación de total de caos. El protagonista utiliza unos cuadernos que escribía de pequeño para ir al pasado, siempre al mismo punto, y aunque siempre intenta arreglar las cosas, nunca lo consigue, siempre vuelve, y siempre es peor. Como si el pasado no se pudiera, o debería cambiar.

El final excelente, lo una forma que tiene de cambiar las cosas no es con un cambio pequeño sino con un cambio de rumbo total. Y eso es lo que hace el protagonista.

Pero al igual que existe el efecto mariposa también aparece al final un concepto al menos tan interesante y misterioso como él, el destino. Por mucho que cambiemos las cosas, por mucho que luchemos contra los acontecimientos, si dos personas tienen que encontrase se encantaran, tarde o temprano, en New York o en Madrid.

A destacar también la protagonista femenina, habitual de pequeños papeles de chica guapa en película para adolescentes, pero que aquí se muestra muy consistente.




Dirección y guión: Eric Bress y J. Mackye Gruber.País: USA.Año: 2004.Duración: 113 min.Interpretación: Ashton Kutcher (Evan Treborn), Amy Smart (Kayleigh Miller), Eric Stoltz (George Miller), William Lee Scott (Tommy Miller), Elden Henson (Lenny Kagan), Ethan Suplee (Thumper), Melora Walters (Andrea Treborn), Brandy Heidrick (Kristin), Grant Thompson (Hunter), Daniel Spink (Toby).Producción: Chris Bender, J.C. Spink, A.J. Dix y Anthony Rhulen.Música: Michael Suby.Fotografía: Matthew F. Leonetti.Montaje: Peter Amundson.Diseño de producción: Douglas Higgins.Dirección artística: Shannon Grover.Vestuario: Carla Hetland.Estreno en USA: 23 Enero 2004.Estreno en España: 30 Abril 2004.

Closer


Ayer tuvo el gusto de volver a ver la película “Closer”, y la verdad es que me gusto más que cuando la vi estrenar. Por su puesto hay dos actuaciones que sobre salen sobre el cuarteto de protagonistas, las dos que podríamos considerar más secundarios dentro de la gran fama que tienen los cuatro. Son las de Clive Owen, excelente, inteligente a la vez que simple. Pero de una simpleza de esas que no es precisamente algo malo, sino todo lo contrario, de un hombre que hace de ella su fuerza. De alguien que ve las cosas tan claras que tienen la inteligencia de de trazar caminos como quien dibuja líneas rectas con una regla sobre un mapa encima de la mesa. A la genial Natali Portman, de la que no puedes dejar de enamorarte una y otra vez. Aquí hace un papel excelente, sobretodo en la escena en que deja a su novio, de cómo alguien puede pasar de querer a una persona locamente a dejarla de amar, no a odiarla, sino simplemente a no quererla.

Pero volviendo a Cive Owen, realiza una interpretación sublime en su relación con Julia Roberts, como a pesar de su corpulencia, de su físico, sabe presentarse como alguien indefenso, débil y desesperado. Haciendo así culpable a Julia Roberts, quien es vilmente chantajeada emocionalmente por él. Lo que hace Clint en la película sucede en la realidad aunque normalmente no nos damos cuenta. Hay casos en que una persona para conseguir retener a su pareje, quien ya no siente absolutamente nada por ella, lo que hace es jugar a hacerla sentir culpable. Y a nadie nos gusta sentirnos culpable de los males de otro, más aun si los hemos querido alguna vez. La culpa es una gran arma en manos de alguien como Clive que sabe utilizarla de tal manera que primero ata a Julia Roberts y luego tira de ella hasta que vuelve a su lado, del que ya difícilmente se separará. Aquí Clive demuestra la fuerza de los débiles, que no de los sensibles. Clive manipula sentimentalmente a Julia Roberts como quiere, utilizando su sentimiento de culpa, mientras que el realmente sensible, indefenso e inseguro es el otro protagonista masculino, Jude Law, si embargo éste al menos no utiliza el sentimiento de culpa, no se aprovecha de ello. Que sucede que al final terminara perdiéndolo todo, precisamente por tener algo de dignidad. Pero en el amor, como en la vida, debemos elegir, o tenemos la suficiente dignidad para no manipular a la gente o aprovecharnos de ella, con lo cual difícilmente llegaremos a algo, o si, por lo que seguramente conseguiremos mucha de las cosas que nos propongamos, incluso la felicidad, pero a que precio.


Dirección: Mike Nichols.País: USA.Año: 2004.Duración: 98 min.Género: Drama.Interpretación: Julia Roberts (Anna), Jude Law (Dan), Natalie Portman (Alice), Clive Owen (Larry).Guión: Patrick Marber; basado en su obra teatral "Closer".Producción: Mike Nichols, John Calley y Cary Brokaw.Fotografía: Stephen Goldblatt.Montaje: John Bloom y Antonia Van Drimmelen.Diseño de producción: Tim Hatley.Dirección artística: Hannah Moseley.Vestuario: Ann Roth.Estreno en USA: 3 Diciembre 2004.Estreno en España: 21 Enero 2005.

La vida de los Otros.


Vivimos en el siglo XXI, somos de una generación que lo ha tenido todo, libertad, buena educación, posibilidades de hacer lo que quisiéramos, de escuchar la música que nos diera la gana, de leer cualquier libro, de decir lo que pensamos,… Hemos podido siempre elegir, eso por lo que lucharon nuestros padres, y que a nosotros nos parece tan normal. No sueles echar de menos algo si no lo pierdes o si bien no lo has tenido nunca. Por todos estos privilegios que hemos tenido y tenemos, es una gran alegría que alguien, sea alemán, chino o español, consiga devolvernos el miedo, la resignación, el resentimiento, la frustración, el odio, la rebeldía, el dolor, la lucha y la entrega que suponía vivir en algunas partes de Europa hace 30 años.

La vida de los otros es una película de esas de las que está deseando poder contar a alguien para que vaya a verla. El actor principal esta simplemente espectacular, pero mucho ojo con el escritor, con una presencia y que da a su personaje esa mezcla de pena, poesía, rebeldía, indignación, necesidad de sobrevivir sin la que la película sería imposible. Los secundarios están también a un nivel altísimo, tanto el periodista, el primer ministro y el teniente coronel. La actriz de teatro hace un papel muy complicado, del que te enamoras y odias a partes iguales, pero que es sin duda una gran actuación, eclipsada en parte por la de los dos protagonistas masculinos.

El capitán de la Stasi es sin duda un tipo inteligente, convencido de los ideales comunistas, pero a la vez atrapado en la dinámica del Partido, que le impide ver en lo que se ha convertido su país. El vivir la vida de otra persona le hace ver la realidad desde otra óptica, algo tan sano y que hace tan poca gente hoy en día (empeñada en ver las cosas desde un único punto de vista, con el peligro que esto supone, de que sea el equivocado). Ver las cosas desde otros ojos le hace despertar de su sueño y le lleva a sacrificar todo, que más bien era nada, por un texto, que seguro podría ayudar a que cayera algún muro que no estaba muy lejos de allí.

A parte de una banda sonora preciosa, una ambientación que te hace sentir que estás en la RDA en los años ochenta. Con escenas excelentes en los casos de los interrogatorios y la colocación de todo el sistema de escuchas.
DIRECTOR: Florian Henckel-Donnersmarck
GUIÓN: Florian Henckel-Donnersmarck
MÚSICA: Gabriel Yared, Stéphane Mouc
FOTOGRAFÍA: Hagen Bogdanski
REPARTO: Ulrich Mühe, Martina Gedeck, Sebastian Koch, Ulrich Tukur
PRODUCTORA: Bayerischer Rundfunk / Arte / Creado Film / Wiedemann & Berg Filmproduktion

Letters from Iwo Jima (Cartas desde Iwo Jima)

Para completar su díptico sobre la Batalla de Iwo Jima (febrero-marzo 1945) el director norteamericano Clint Eastwood (San Francisco, 1930) decidió adaptar la novela Picture letters from commander in chief, basada en las cartas escritas por el teniente general japonés Tadamichi Kuribayashi, durante la propia batalla, como queda reflejado en la película. Para ello contó, como últimamente está siendo habitual, con la colaboración de Paul Haggis, que ya firmó el guión de Million Dollar Baby o Banderas de nuestros padres.

Eastwood (Sin Perdón, Mystic River) afronta con este proyecto uno de los más importantes de su carrera al intentar contar desde dos puntos de vista enfrentados la historia de una de las batallas más importantes en el pacífico, en plena II Guerra Mundial. Mientras que Banderas de nuestros padres representaba la visión americana, la de unos soldados que vuelven victoriosos a su país tras ganar la batalla en la isla, y que son utilizados para representar a todos aquellos jóvenes que están arriesgando sus vidas por su país. En esta segunda película se muestra el bando japonés, como es la vida también de los jóvenes soldados pero del otro lado y como lucharon por intentar mantener la pequeña isla de Iwo Jima fuera del alcance enemigo.

No es desdeñable señalar que el director ha tomado riesgos para realizar esta especie de película-dual como si de las dos caras de una moneda se tratase. El realizar y dirigir dos historias, que pudieran parecer muy similares por el contexto de la batalla, pero que en realidad cada una brilla por separado y con luz propia debido a sus grandes diferencias, es un reto que no lleva a cabo todos los días un director. Y esto tiene como resultado que las dos películas no brillan con la misma luz, ni con la misma intensidad, ni siquiera con el mismo color.

Tras el estreno de Banderas de nuestros padres, la cual no sería mentira decir que pasó sin pena ni gloria por delante de las carteleras y los ojos de los espectadores, el comentario generalizado tanto de crítica como de público era esperar para ver la siguiente, pare ver que más tenía que decir el director. Las esperanzas frustradas en la primera película pasaron rápidamente a acumularse delante del cartel que anunciaba para dentro de unos meses Cartas desde Iwo Jima. La cercanía del estreno de ambas historias fue una de las claves de que la primera pasase más o menos desapercibida sin que crítica o público se cebasen demasiado en ella. De alguna manera la estrategia les funcionó a la productora y a la distribuidora, pero esto también despertó más interés si cabe por la segunda película.

Cuando se estrenó Cartas desde Iwo Jima no defraudó. A unos les gustó la película y a otros les gustó porque no era la segunda parte de Banderas de nuestros padres sino que era diferente y claramente superior. Al tratarse la historia desde el lado japonés, obviamente la película carecía de todos esos símbolos americanos y americanistas que tanto inundan cualquier producción norteamericana donde esté presente el aspecto militar. Y se agradece. Así también podemos tener un acercamiento al modo y vida del ejército japonés y sus soldados, y ver lo que ya sabíamos, que éstos no eran tan diferentes a los soldados americanos.

Aún así, Eastwood no abandona durante toda la película un clasicismo que de alguna manera lastra a la producción no dejando mostrar todo lo que podía haber sido. Se echa de menos una manera más valiente y fresca de afrontar la historia. Da la impresión de que el director tras la realización de la primera película se sumergió en el espíritu de la misma, y allí se quedó. Con una historia mucho más interesante y con un actor protagonista como Ken Watanabe (El último samurai, Memorias de una Geisha), que apenas muestra una parte de lo mucho que es capaz de hacer, Cartas desde Iwo Jima debería haber sido muy superior a su antecesora, y cuando se sale del cine se sale con un gusto extraño. Por una parte que gusta más y que es superior que Banderas de nuestros padres, y por otra que algo le falta, ese no sé qué, que se presupone a los buenos directores y que éstos plasman en sus proyectos.

Clint Eastwood ha tenido a lo largo de su vida una carrera bastante irregular. Tanto actuando como dirigiendo. Desde hace unos años se le viene considerando uno de los mejores directores norteamericanos por encadenar proyectos tan bien recibidos por crítica y público como Mystic River o Million Dollar Baby. Sin embargo habría que replantearse esta afirmación tan categórica. Tener 77 años y hacer películas no son dos argumentos suficientes como para decir que se es uno de los grandes. Y menos tras la realización de sus dos últimas películas, las cuales no tienes errores en la dirección (lo cual habría sido intolerable) sino que ambas pecan de un claro “estilo eastwood”, y no van más allá del clasicismo y el efectismo.

Lo que salva a Cartas desde Iwo Jima, a parte de una historia mucho más atrayente y sugestiva, es que parece al menos una producción mucho más cuidada. La posibilidad de rodar en la propia isla donde sucedió la batalla, dota al proyecto de unos decorados naturales imposibles de recrear en cualquier otro sitio. Además la película cuenta también con un tratamiento del color muy cercano al blanco y negro, quizás para dotar al proyecto de un ambiente más histórico, que solo se desmarca un poco cuando se muestran los flashbacks, en los que el color está mucho más presente en las imágenes que recrean el pasado, que en la isla.

Otro factor que ayuda a crear un ambiente muy personal en la película es su sonido. Aunque la historia transcurre únicamente en una pequeña isla (flashbacks al margen, por supuesto), el sonido y las diferentes mezclas de éste con la música o simplemente el sonido desnudo provocan que el espectador se sienta rodeado de la isla por todas partes, siempre y cuando la proyección cuente con un equipamiento digno para poder ofrecer todos los matices que se nos ofrecen a través del oído. No es extraño por tanto, que la película saliese galardonada de la gala de los premios de la academia con el Oscar a la mejor edición de sonido (Best Sound Editing).

En la película hay también una secuencia (la de los suicidios con granadas) que podría ser eliminada o al menos acortada. No es necesaria una secuencia donde se muestra tanta sangre y miembros amputados para mostrar los horrores que produce la batalla. Este es uno de los ejemplos en que se ve cuando un buen director sabe cortar estas imágenes en la sala de montaje o directamente prescinde de rodarlas. Sin embargo Eastwood las mantiene, no sabría muy bien decir para qué. Quizás para ofrecer algo de sangre a las personas que hayan pagado una entrada para ver una película bélica. Aún así, la visión kamikaze de los soldados japoneses durante la II Guerra Mundial está ya muy vista por el público en general, y esas escenas apenas ayudan a reforzar lo ya sabido.

Con todo, la película se deja ver bien, sobretodo por sus actores y la banda sonora, con una melodía sencilla con reminiscencias orientales que se introduce en tu cabeza como una delicia para los oídos. Una reducción del metraje, eliminando ciertas escenas de la segunda parte de la película que parecen muy similares y redundantes en cuanto a lo que se quiere transmitir, hubieran dotado de un ritmo más armónico a la última parte de la misma. La fotografía, la dirección artística y la música brillan a lo largo de todo el film, sin embargo se echa de menos la mano de un director con talento propio que hubiera sabido darle a la película la magia que tiene… pero que no se muestra. Una lástima.

INFILTRADOS (The Departed)

Origen Hong Kong, destino New York

Martin Scorsese firma con la dirección de esta película una más de sus obras. Ni más ni menos. A pesar de ser un remake de la asiática Infernal Affairs, la película cuenta con todas las claves que conforman el estilo del director norteamericano. Mafia, violencia y poder conforman el triunvirato que reina por doquier y a sus anchas por la ya extensa filmografía de Scorsese.

En esta película, una vez más, son personaje masculinos los que sustentan todo el peso de la película (como ya ocurría en Taxi Driver o Uno de los nuestros). Su nuevo actor, Leonardo di Caprio, muestra una vez más que no es un mal actor, y que los años le van dotando de mayor presencia en la pantalla, lo que supone también mayor intensidad en sus interpretaciones.

Cabe destacar el reencuentro en la pantalla grande de Di Caprio y Mark Whalberg tras haber coincidido ambos en los inicios de sus carreras cinematográficas en Diario de un rebelde. Parece que los años también han mejorado la calidad interpretativa de este último. En contrapunto a ellos se puede ver a un Matt Damon soso como de costumbre junto a un Jack Nicholson ya no sobreactuado sino más bien caricaturizado de si mismo.

Por lo demás poco más hay que decir ya que la originalidad de la historia se la debemos al guionista de la película original, lo cual hace que nos demos cabezazos contra la pared al ser galardonado con un oscar el guionista americano por “adaptar” un guión ya hecho. Destacar sin embargo el siempre fluido y acertado montaje de su habitual Thelma Schoonmaker, a la cual Scorsese debería plantearse poner en los títulos de crédito a la misma altura y con la misma tipografía y cuerpo de letra que su propio nombre.

Un director de cine que sobrepasa ya las siete décadas de existencia y que pertenece a esa generación de directores llamados “barbudos”, debería ofrecernos algo que nos cautivara. Sin embargo todo lo que hace tiene un regusto a ya visto. De alguna manera la insistente localización de todas sus películas en su New York natal, muestra el estancamiento en el que se encuentra sumergido. Una afirmación así puede levantar muchas ampollas entre sus seguidores pero a menudo si te fijas en las ramas puede que el árbol no te deje ver el bosque.

Lo que muchos, tanto crítica como público, llaman estilo propio tal vez no sea una cualidad tan buena. Llamarlo estilo lo dota de connotaciones positivas, pero cuando estas características son tan repetidas y reiteradas durante tanto tiempo en un formato tan similar, como son la mayoría de sus películas, se convierten en puntos negativos hacia la obra de dicho director.

Dicen que lo peor que le puede pasar a un artista es que su obra genere indiferencia. Sus queridos amigos Coppola y compañía han tenido a lo largo de su carrera películas que han marcado hitos en la historia del cine por uno u otro motivo. Aunque en la actualidad sus carreras podamos decir que han evolucionado hasta un punto en el que se encuentran perdidas. Sin embargo la fidelidad así mismo de Scorsese, que muchos admiran, a mi juicio es lo que ha lastrado su genio y ha sentenciado su carrera. No basta con que un par de sus películas tengan elementos más que destacables y dignos de un gran director. A veces es preferible hacer una gran película y perder el rumbo de tu carrera, que dirigir más de una veintena y darte cuenta que tras casi cuarenta años, tus pies no se han movido ni un ápice de las calles de New York.

Por José Angel Zueco.