KLIMT.Está película a la que seguía la pista desde finales del año pasado cuando debías ser estrenada, ha supuesto uno de las mayores decepciones cinematográficas de los últimos años. Con una historia como la vida de Klimt, no hacía falta ni inventarse delirios, ni alucinaciones, ni extravagantes actitudes. Suele pasar que la realidad supera a la ficción, y en este caso una figura tan sugerente como la de Klimt ha devorado tanto al director como al actor que le da vida, un John Malkovich, que ya solo piensa en su lucimiento personal.
Con un escenario como la capital del imperio a principios de siglo, con la primera guerra mundial, con la exposición universal de Paris y todo los artistas que allí había, con el movimiento de la Secesión Austriaca, con Shiele y con Klimt. Con la sensualidad de su arte, la belleza de sus alegorías, con su estilo único, con todo esto. ¿Por qué? ¿Por qué hace falta inventarse tantas otras cosas? Centrarse en cosas sin importancia con la única intención de impresionar al espectador, que en realidad lo que termina es aburriéndose de tanta mediocridad, mientras intenta ver de fondo alguna de las obras de Klimt.
Intentar seguir la película es imposible, porque no hay tal película, solo una succión de escenas sin ningun hilo que las una, solo un John Malkovic, que nunca da la talla.
Además de poder admirar algunas de sus obras, y del continuo desfile de mujeres desnudas, poco más hay de interesante en esta película. Y ahora entiendo su retraso y el hecho de que sólo se proyecte en dos salas de Madrid.
Lamentable desperdicio, de dinero, esfuerzo y sobretodo de un personaje, tan especial, tan diferente, que supera a los ineptos que realizaron este intento de película. Una oportunidad perdida de hacer una gran película. Que además hubiera sido muy bien acogida en Madrid después de las dos recientes exposiciones que habido de su obra en la capital, en la Fundación Juan March y en la Fundación MAPFRE.
Director: Raoul Ruiz Guion: Raoul Ruiz Reparto: John Malkovich, Veronica Ferres, Saffron Burrows, Stephen Dillane, Paul Hilton, Karl Fischer, Nikolai Kinski
Con un escenario como la capital del imperio a principios de siglo, con la primera guerra mundial, con la exposición universal de Paris y todo los artistas que allí había, con el movimiento de la Secesión Austriaca, con Shiele y con Klimt. Con la sensualidad de su arte, la belleza de sus alegorías, con su estilo único, con todo esto. ¿Por qué? ¿Por qué hace falta inventarse tantas otras cosas? Centrarse en cosas sin importancia con la única intención de impresionar al espectador, que en realidad lo que termina es aburriéndose de tanta mediocridad, mientras intenta ver de fondo alguna de las obras de Klimt.
Intentar seguir la película es imposible, porque no hay tal película, solo una succión de escenas sin ningun hilo que las una, solo un John Malkovic, que nunca da la talla.
Además de poder admirar algunas de sus obras, y del continuo desfile de mujeres desnudas, poco más hay de interesante en esta película. Y ahora entiendo su retraso y el hecho de que sólo se proyecte en dos salas de Madrid.
Lamentable desperdicio, de dinero, esfuerzo y sobretodo de un personaje, tan especial, tan diferente, que supera a los ineptos que realizaron este intento de película. Una oportunidad perdida de hacer una gran película. Que además hubiera sido muy bien acogida en Madrid después de las dos recientes exposiciones que habido de su obra en la capital, en la Fundación Juan March y en la Fundación MAPFRE.
Director: Raoul Ruiz Guion: Raoul Ruiz Reparto: John Malkovich, Veronica Ferres, Saffron Burrows, Stephen Dillane, Paul Hilton, Karl Fischer, Nikolai Kinski
Que mejor sito para estar a solas con Doisnaeu que en el Hôtel de Ville de Paris, esto debieron pensar los directores de esta preciosa exposición. A pesar de las colas para entrar, la espera vale la pena. La exposición llamada "Paris en Liberté", es una explosión de sensaciones, desde los retratos a personajes famosos que vivieron en Paris a lo largo del siglo XX (quizás lo menos inetresante), pasando por las bellas escenas de niños en el colegio, cruzando la calle cogidos de las chaquetas, gastando bromas llamando a los timbres de las casas; hasta llegar ahi donde este fotografo empieza a ser Doisneau y deja de ser un fotografo anónimo. En los bares, en las terrazas, en las casas de Paris. En un mundo honesto, sin tapujos, donde se refleja la realidad de ese Paris en Liberté. En cada foto no se puede dejar de imaginar a Doisneau paseando por las calles, con su cámara al cuello, atento a cada movimiento, buscando captar esos instantes cotidianos que demuestrán que la belleza irradía desde dentro de las personjas, que no importa como se vean ni done están ni a clase social pertenecen. Dosineau nos desnuda la belleza y cuando la vemos nos quedamos sorprendidos de su fuerza. Y es que sus fotografías, además de una ralidad que se puede tocar, irradían una libertad que nos trasporta a otra época. No creo que nadie salga de Hôtel de Ville sin la sana envidia de no poder haber vivido en el Paris de aquella época, el Paris de Doisneau.
